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NUESTRA HISTORIA


Nuestra historia no nace desde un escritorio, ni desde la comodidad de una oficina. Nace caminando junto a los olvidados. Surge del contacto directo con quienes han sido despojados de sus tierras, de su patria, de su identidad. Nace de la necesidad urgente de responder donde las instituciones no llegan, donde las promesas de los políticos quedaron enterradas bajo años de abandono y exclusión.


Así comienza el recorrido de Jorge Aurelio Riffo, activista social latinoamericano y gestor de programas sociales y comunitarios, con más de 30 años de experiencia en América Latina, Estados Unidos y Europa. En Tijuana, una de las fronteras más transitadas y desiguales del mundo, marcada por la violencia desbordada, secuestros, narcotráfico y abandono institucional, fundó el Consorcio Nacional ConSalud, una organización pionera que ofreció atención integral gratuita en salud, psicología, prevención social y talleres educativos para estudiantes, docentes y comunidad en general.


Donde las autoridades huían por miedo o desinterés, ConSalud estuvo presente. Donde las campañas prometían salud y educación solo para obtener votos, nosotros ofrecimos acción concreta y acompañamiento real. ConSalud fue reconocido por autoridades locales, educativas y comunitarias, por su alto impacto social y su modelo de trabajo preventivo e inclusivo.


Los talleres educativos de salud preventiva, ética y formación cívica fueron oficialmente aprobados por el Sistema Educativo Estatal a través de su Comisión Estatal correspondiente, permitiendo su implementación en diversas escuelas públicas. Asimismo, se estableció un convenio de colaboración con el SNTE (Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación), fortaleciendo el trabajo con docentes en temas de salud mental, TDAH y herramientas pedagógicas integrales.


Paralelamente, se realizaron campañas de salud gratuitas abiertas a la comunidad en general, incluyendo medicina general, pediatría, psicología, ginecología, exámenes preventivos y orientación emocional, brindando acceso a servicios fundamentales a personas en situación de extrema vulnerabilidad.


El proyecto tuvo una importante colaboración con el DIF (Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia), apoyando a niños en situación de vulnerabilidad emocional y psicológica, así como alianzas estratégicas con CANACINTRA Tijuana (Cámara Nacional de la Industria de Transformación), promoviendo la participación del sector empresarial en la reconstrucción del tejido social.


En este contexto, ConSalud también abrió sus puertas a los migrantes deportados desde Estados Unidos, muchos de ellos con sueños rotos, mochilas vacías, sin patria ni identidad, arrojados en territorio fronterizo sin documentación, sin redes familiares, sin acceso a servicios básicos y completamente olvidados por las instituciones.


A estas personas se les brindó apoyo psicológico, orientación social y humana, así como talleres técnicos de formación para su reinserción laboral, reconociendo su dignidad y potencial, y dándoles una nueva oportunidad de reconstruir sus vidas desde el respeto y la empatía


Tras más de 35 años recorriendo fronteras y comunidades olvidadas, he sido testigo directo de una realidad que se repite con dolorosa precisión: promesas políticas que se esfuman una vez que se apagan los reflectores de campaña. Salud, educación, seguridad y bienestar se ofrecen como consignas, pero se diluyen en el aire apenas se alcanzan los cargos.


He visto pueblos enteros sumidos en el abandono institucional, migrantes arrojados sin patria ni futuro, mujeres invisibilizadas, niños sin acceso a salud mental, adultos mayores dejados atrás por sistemas que ya no escuchan. Todo en nombre de políticas públicas que nunca llegaron.


Frente a esa indiferencia sistemática, nuestra respuesta no fue un discurso ni un eslogan. Fue la acción concreta, la presencia constante, el acompañamiento humano y la transformación desde abajo. No nos instalamos en la comodidad de las oficinas. Caminamos junto a los despojados, los que no cuentan en las estadísticas.


Allí donde la política falló, floreció nuestra convicción. Porque la justicia social no puede esperar. Y porque acompañar dignamente a los olvidados no es caridad: es una responsabilidad ética, colectiva e irrenunciable.

 

Wrangel Strasse 131, CP. 10997, Berlin

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